BEN TASGAL

08 octubre2024, 13:48 PM
“Y la zarza ardía en fuego y no se consumía” (escrito para la Comunitat Jueva Atid Barcelona 1998)

Hay personas que creen que la Comunidad Judía Atid de Cataluña fue fundada hace solo dos años. Se equivocan. La verdad es que no se sabe exactamente cómo se desarrolló todo, solo se conoce lo que, a vivas voces, se relata.

Dicen que la idea nació de un tal Rodrigo Núñez Da Silva, un judío convertido a la fuerza por la Santa Inquisición luego del acta de expulsión de España, allá por el año 1492.

Rodrigo Núñez Da Silva era considerado, hasta poco antes de la persecución religiosa, como “hijo de reyes”.  No es que poseyera alguna ascendencia real ni mucho menos. Su familia se había dedicado a la medicina, siendo una de las primeras representantes del pueblo judío en llegar a Toledo en el siglo III. En la familia Da Silva todos eran hijos de reyes… porque pertenecían a un pueblo que sabía leer, que aprendía del estudio, la discusión y porque era parte de un pueblo que conocía su historia milenaria. Y es que, por entonces, las coronas eran diademas que decoraban a quienes eran dignos de la creación divina.

Rodrigo Núñez Da Silva regresó a su Barcelona natal luego de siglos de deambular como nómade por el mundo. Cuentan que lo primero que hizo fue recuperar su antiguo nombre: David. Siguió manteniendo su apellido marrano, como una señal de que había recorrido solo parte del camino de regreso y que aún le quedaban muchas cosas por hacer. Su nombre era, para él, como una sinagoga en la que se mantiene una parte sin construir, como si se tratase de una obra que nunca se acaba del todo.

Junto con David Da Silva regresaron otras familias de judíos. Algunos, sefaradíes que habían vivido durante siglos en Turquía y Grecia. Otros tantos, inmigrantes de Latinoamérica y también comunidades que provenían de tierras lejanas. Dicen que estos primeros pioneros se sentían desolados, sin un lugar en donde sentirse en casa, sin una Kehilá (comunidad).

Fue entonces cuando David decidió que había llegado el momento de recurrir al sabio. Afirman que se trataba de un erudito, un conocedor de la medicina, la ética y la metafísica, en síntesis, un verdadero filósofo. Algunos deducen que el sabio no era otro que el propio Maimónides en persona, otros piensan que, de acuerdo a la geografía, era más probable que se tratase de Najmánides. Muchos opinan que, tras 1700 años de historia judía en España, determinar con exactitud de qué erudito judío se trataba es una misión imposible.

Caminó casi dos lunas llenas hasta encontrar la morada del sabio. Tendido y rígido sobre una piedra parecía un óleo dibujado en la naturaleza misma. Su túnica blanca escondía un cuerpo débil, aunque consistente. Su larga barba y su melena en el mismo tono platinado le contorneaban una figura mítica, como si encarnase la figura de un profeta.

Temeroso ante la imponente figura, David se acercó dubitativo. Luego de esperar en silencio, decidió que no había deambulado por tantos años y continentes para echarse atrás. Haciéndose de valor, se dirigió al sabio con palabras firmes,

  • He venido desde lejos para solicitar vuestro sabio Nuestra comunidad se siente triste y desolada – murmuro David Da Silva – deseamos reconstruir nuestra vida judía luego de 500 años, pero poco sabemos cómo hacer.

El sabio elevó su cabeza pensativo. Todos sus movimientos eran lentos, calculados. Se sirvió una taza de café y extendió otra para David. Luego de unos minutos, que a David le parecieron años sentenció:

  • Ante todo, diles que para ser una comunidad fuerte deben juntar hierro. El hierro no es otra cosa que un material de construcción. Con él se edifican ciudades y se fabrican las mejores armas para la lucha. En la actualidad – continuó el sabio, sin casi suspirar – el hierro es el conocimiento. Uno debe saber quién es, conocer el medio donde vive desarrollando su intelecto a cada paso.

El sabio parecía estar completamente absorto en lo que decía. Luego agregó…

  • Uno debe discutir, disentir sin evitar la controversia siempre que sea positiva y enriquecedora. Cuando una discusión es constructiva la recompensa es que ambas ideas conviven eternamente. En el tratado Avot (capítulo 5) de la Mishná dicen que “ambas (ideas) son la palabra de Dios viviente”. Una comunidad fuerte junta hierro y es pluralista.

David Da Silva escuchaba cada palabra intentado memorizar las enseñanzas. Se sentía excitado por el hecho de que una luz de esperanza se abría después de años de podredumbre y cenizas. Sin embargo, el sabio continuaba meditando e impacientando a David, que pretendía respuestas inmediatas para sanar dilemas comunitarios añejos. Luego de unos largos minutos, retomó la palabra.

  • Diles, que para crear una comunidad fuerte deben colocarse Tefilin todas las mañanas. Cuando uno se coloca Tefilin son dos cajas las que se posan sobre el cuerpo del judío. Una en su cabeza y otra en el El secreto de los Tefilin es que no existe pensamiento sin acción. No existen ideas cuando no se las lleva a cabo. Una comunidad que cree en valores ecológicos, como dice el Deuteronomio 20:19 “el hombre es como un árbol del campo”; debe saber festejar Tu-Vishbat. Un judaísmo que cree en la libertad como valor supremo debe salir a luchar por la libertad de pueblos oprimidos. Una Kehila amante de la paz, rechaza en acciones a quienes no respetan unos de los principales mandamientos del judaísmo: No asesinarás. Ve y diles lo que te acabo de decir.

David creía estar satisfecho. Sabía que había que juntar hierro y colocarse Tefilin. Pero había más. El sabio respiro profundamente y dijo:

  • Ve y diles que no traicionen los más puros valores de sus antepasados. El pueblo judío se basa en la justicia, en su justicia social de ayudar a los necesitados, en su rectitud, corrección y transparencia en las relaciones personales. Como cita el Levítico 19:14, “no pongas un obstáculo en el camino del ciego”. Ya que la justicia; la justicia siempre perseguirás…

Habían pasado varias horas desde que David había arribado a la morada del sabio. Este último parecía cansado, respiraba pesadamente. Su mirada perdida indicaba que el encuentro había concluido.

David se puso de pie y haciendo un ademán agradecido comenzó su camino de regreso. Cuando había avanzado los primeros pasos hacia el sendero escuchó la tenue voz del sabio que decía

  • ¡Espera! – David se detuvo en seco – Ve y diles – agregó el sabio – que aprendan a reír. El camino es duro y la misión solo se puede realizarse en equipo. Que nunca falte la risa en el seno de la comunidad. Que sean las mentes y los corazones los que mantengan el fuego ardiendo. Diles… que la zarza arde en fuego… y que la zarza no se consume si cada uno de vosotros acepta el pacto que unió a los hijos de Abraham, Itzjak y Iaakov y así no existirán Inquisiciones, ni diásporas… solo arderá la zarza… ve y diles.

David Da Silva emprendió una carrera usando todas las fuerzas acumuladas a lo largo de siglos. Su lucha estaba ahí, delante de él. Su batalla comenzaba a partir de ese momento. La mejor forma de hacer honor a generaciones y generaciones de reyes estaba en el futuro conjunto. David Da Silva y los otros salieron a luchar por su futuro, su futuro era ATID.

 

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