BEN TASGAL

08 octubre2024, 13:45 PM
Constelaciones, ERKS y el desgraciado que conocí en Tinder

Alelí; la dueña de casa; encendió unas velas aromáticas y las colocó en las esquinas de la habitación. Los cuatro invitados habían optado por un vestimenta bautismal, similar a la túnica blanca que adornaba la silueta de quien se disponía a dirigir la sesión de constelaciones familiares.

  • Estamos preparados para iniciar el proceso de sanación de Eugenio – dijo la consteladora -. ¿Cuál es el dolor que deseas que exploremos juntos?
  • El vínculo con mis parejas – dijo decidido -. Desde hace meses no logro concebir una relación íntima y duradera con los hombres. Siento que mi energía ya no fluye como antes y eso me provoca angustia.

Desde un lado, Andy admiraba la esbelta figura de quien exponía sus debacles sentimentales. Una sesión de constelaciones familiares no es el espacio idóneo para establecer un acercamiento sexual, pensó Andy, mientras intentaba alejar aquellos instintos carnales. Él también estaba buscando un camino espiritual y, aunque accedió a participar de esa sesión, se sentía especialmente escéptico hacia lo que estaba presenciando. Decidió seguir simulando empatía, aunque más no fuese para disfrutar de cerca las vibraciones que emanaban a través de las cuerdas vocales de Eugenio.

  • Te pedimos que elijas quién querés que represente a esa cita simbólica con la que no lograste armonizar – indicó la consteladora.
  • Yo prefiero ponerle nombre propio… se trata de una persona conocida en el ambiente. Quiero que Carolina represente a esa pareja fracasada… – apoyó una mano sobre el hombro de la seleccionada -, ¡vos serás Stefano Di Mateo!

Eugenio esperaba alguna muestra de asombro o conmoción por parte de los presentes, pero no sucedió. Todos conocían al gran gurú entre los “Niños Índigo”. Stefano Di Mateo afirmaba ser un prodigio, capaz de recordar sucesos anteriores a su nacimiento, siendo un puente entre las distintas culturas que habitaron nuestro planeta. Di Mateo poseía el don de sacudir los sensibles cristales del alma y, a la vez, tenía fama de explotar tal veneración para menear en distintas posiciones a las conquistas masculinas que lo adulaban.

  • Carolina hará el papel de Stefano Di Mateo y le pido a Andy que interprete a la aplicación Tinder – le rozó el hombro estremeciéndolo -. Me gustaría que Alelí haga de la mujer en el “Cerro Uritorco” y que Alejandra encarne el papel del habitante de ERKS.

No era necesario presentar a la Ciudad Intraterrena. Los allí presentes, sabían que es donde viven las almas elegidas que se refugian de la calamidad de nuestro mundo. Desde los días en que Ángel Cristo Acoglanis y su esposa entonaban alabanzas e invocaciones al pie del Cerro Uritorco, figuras lumínicas se presentaban ante las almas puras. Eran seres de luz cósmica que poblaban las profundidades de ERKS.

La consteladora le pidió a Eugenio que se ubicase a su lado mientras los otros participantes se dispersaban libremente por la sala. Por el rabillo del ojo, Andy (en su función de “Tinder”) seguía los pasos de Eugenio. ¿Qué le hizo Stefano Di Mateo a ese hermoso pimpollo?, se preguntaba.

La colocación de los representantes era fundamental. Se trataba de una radiografía de la constelación sobre las tortuosas relaciones de Eugenio con sus parejas.

  • Tinder – enunció la facilitadora en dirección a Andy -. ¿Por qué mirás hacia la pared y colocaste tus brazos tan cerrados?
  • Porque soy de difícil acceso. No quiero que me usen y me dejen tirado. Soy profundo y complejo, por lo que explotarme banaliza las relaciones entre las personas.

Se esperaba que los representantes expresasen esos sentimientos desde el subconsciente para proyectarlos hacia quien los observaba atentamente, en este caso Eugenio. Las palabras de Andy provocaron alivio en su alma. Desde su experiencia con Stefano Di Mateo, Eugenio había abusado de la aplicación. Lo que necesitaba, procesó, era vivir experiencias sanadoras mientras que lo que Tinder le ofrecía se reducía a un placer vacío y efímero.

  • Mujer del Cerro Uritorco… ¿Por qué te ves tan enojada?
  • Porque pagué 1500 pesos para ascender a la montaña y no aparecieron las figuras de luz – respondió Alelí provocando que Eugenio se conmoviese.
  • ¿Estás enojada con Stefano Di Mateo?
  • Sí. Mucho – elevó levemente su voz. Alelí había decidido cerrar sus ojos desde el momento que se ubicó en el centro de la constelación –. Mis maestros ascendidos me habían dicho que el ángel número 1133 me colmaría de alegría, amor y paz y eso esperé…
  • ¿Y qué sucedió?
  • A las 11:33 de la noche no aparecieron en la montaña las luminarias provenientes de ERKS…

Las palabras de Alelí transportaron a Eugenio al momento exacto que detonó lo que prometía ser una cita de ensueño. Alelí, su representante en esa constelación, no tenía por qué saber que Eugenio había sido seducido por Stefano Di Mateo por Tinder. El Niño Índigo le había dicho que, en su mundo, toda conexión espiritual precedía a cualquier contacto físico. Si lo deseaba, Eugenio podía ascender junto a un grupo selecto al Cerro Uritorco para entender su alma y, a la vez, vivir una experiencia inolvidable.

A las 11:33 de la noche las figuras de ERKS no dieron señales de vida, desmoronando lo que prometía ser un momento mágico.

  • Stefano Di Mateo… ¿cómo describís tu postura ausente o ajena? – la consteladora se dirigió a una Carolina que, efectivamente, había adoptado dicha figura.
  • Mientras la mujer del Cerro Uritorco maltrataba a las almas ocultas, yo invocaba al “Ater Tumti” para dilucidar nuestro propósito en ese lugar y en ese momento.
  • ¿Y por eso tu ausencia emocional en nuestra figura? – repreguntó quien dirigía la constelación.
  • Todos somos como neuronas que creamos redes a lo largo de los 12 rostros del cuerpo geométrico de la Tierra. Ese día, entre nosotros, había seres que distorsionaban esa comunicación.
  • Alejandra, como representante de los habitantes de ERKS – redireccionó la consteladora –, ¿Qué sentís en estos momentos?
  • Las palabras de Stefano concuerdan con mis sensaciones. Mientras que muchos de los presentes me invitaban a aparecer a las 11:33, otras llamadas me alejaban, mientras que percibía presencias que no estaban interesadas en mi arribo.

Sin tomar conciencia de lo que le estaba sucediendo, Eugenio comenzó a sentir un sudor frío ascendiendo hacia su cuello. Alejandra se refería directamente a su persona. La mujer del Cerro Uritorco había molestado desde el momento en el que se habían reunido aquella noche. Ya en la cima de la montaña, había dificultado el ritual con todo tipo de gemidos y genuflexiones. La representante de los habitantes de ERKS la retrataba tal cual como había actuado. Sin embargo, también exponía la conducta de Eugenio a lo largo de aquella noche. Mientras los demás meditaban, él fijaba su interés en el seductor Niño Índigo. Deseaba poseer a Stefano. Lo que hiciesen los habitantes de ERKS le intrigaba poco y nada.

Eugenio no pudo evitarlo. Se acercó a la consteladora y le susurró algo al oído.

  • Stefano… ¿Existe alguna relación entre lo ocurrido aquella noche en la montaña y lo que sucedió después en un hotel de la ciudad?
  • Me sentía abatido. La mayoría de las personas reunidas aquella noche en el Cerro eran sensibles comunicadores de la red de los 12 rostros de la Tierra. No todos, algunos bloquearon la comunicación y no pude evitar el fastidio y esa sensación me afectó en mis relaciones inmediatas.

Eugenio lo había experimentado en primera persona. Tras el fracaso en el Cerro Uritorco, se habían encerrado en la oscuridad de un cuarto de hotel y fue allí en donde se le agrietó el alma. La apertura emocional de Stefano Di Mateo contrastaba con la brusquedad y falta de empatía entre las sábanas. Era como si aquel gurú se estuviese vengando, sobre su cuerpo, por lo ocurrido unas horas antes.

  • ¿Estabas castigando a la mujer del Cerro Uritorco? – vociferó Eugenio, violando el código por el cual solamente la consteladora se comunica con los representantes, quien no tuvo tiempo de protestar porque la respuesta fue casi inmediata.
  • Fui un desconsiderado.

La sesión culminó de forma un tanto brusca. Quien solicitaba la constelación debía procesar lo que había escuchado durante seis meses sin compartir con nadie los mensajes asimilados. De todos modos, los representantes de la constelación no habían tomado dimensión de lo que habían ayudado a Eugenio a la hora de comprender su bloqueo emocional. A excepción de Andy, quien partió en busca de Eugenio tras despedirse de todos.

  • ¡Eugenio! – lo detuvo agitado tras la corrida – ¡Yo entiendo perfectamente lo que te pasó con Stefano Di Mateo!
  • ¿¡Eh!? – giró sobresaltado – ¿Cómo podés saberlo si no estuviste con nosotros en la habitación?
  • Es verdad… pero lo sé porque a mí también me usó, me explotó violentamente y luego me dejó tirado como si fuese una bolsa de basura.
  • ¿Desde cuándo conocés a Stefano Di Mateo?
  • Estudiábamos juntos en el secundario. Fui testigo de su mutación. Mientras me hacía el amor, me contaba las historias que le había relatado su padre de niño, su deseo de hacerse rico acercándose a millonarios angustiados y su estrategia de hablar de mundos distantes, de Sirio y todas las otras pavadas que son conceptos reciclados para “salames”…
  • ¿Y vos fuiste uno de los primeros “salames”?
  • No solamente eso… yo trabajo en la empresa de micros de la provincia.
  • ¿Y con eso qué?
  • Yo fui quien le contó a Stefano que a las 11:33 de la noche baja el colectivo por el cerro… las luces zigzagueantes que ven los ilusos… son las del autobús.
  • ¿Y por qué esa noche no apareció?
  • Jajajajajajaja… la empresa decidió cambiar los horarios pero yo no le avisé a Stefano.

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